Castrillo de los Polvazares

En plena Maragatería y al borde del Camino de Santiago, Castrillo ha sabido mantener intacto su precioso conjunto de arquitectura popular, de calles empedradas y casas de piedra rojiza. El acceso limitado a los automóviles contribuye a la calma que se respira en el caserío, que tuvo un papel relevante para los caballeros templarios, como acreditan las abundantes marcas: ocas, cruces, patos… tallados en los sillares y que algunos asocian con significados esotéricos. Sobre los tejados asoma la espadaña de la iglesia parroquial, pero lo más emblemático del caserío es el conjunto de viviendas maragatas, unidas a los arrieros que llevaban sus carros con mercancías a lo largo y ancho del país. La localidad es un auténtico museo a cielo abierto de la cultura maragata, que conserva antiquísimos rituales, como una sabrosa gastronomía y la boda tradicional, acompañada de ricos trajes. No es casual que Concha Espina eligiera este pueblo como escenario de su novela “La esfinge maragata”.