Cantavieja

Es imposible pasar de largo cuando se bordea la villa de Cantavieja, que ofrece un perfil espectacular, “colgado” sobre un precipicio, si accedes desde el cercano núcleo de Mirambel. Esta simple estampa ya tiene bastante de legendaria y dice mucho de la población que, según cuentan, fue fundada por Aníbal y tras ser conquistada a los árabes se convirtió en un importante enclave templario. Pese a sufrir daños muy severos durante las guerras Carlistas, su casco monumental aún conserva parte de las murallas y numerosos edificios de interés, sobre todo en torno a la elegante plaza Mayor, en la que destaca el Ayuntamiento gótico, sobre una galería de arcos de medio punto. Muy cerca se alza la iglesia de la Asunción, con aspecto catedralicio, que guarda un secreto en su torre: una escuela de hace más de cien años. En un extremo del pueblo merece la pena acercarse a la iglesia templaria de San Miguel, con un precioso sepulcro de alabastro, y al ruinoso recinto del viejo castillo, levantado en el s. XII. Entre los edificios civiles no pases por alto la Casa el Bayle, con unos bonitos balcones de forja. Cerca del pueblo hay varias escapadas que valen la pena, con las orillas del río Cantavieja y el mirador de la Tarayuela.