Arándiga

Cuando llegas a Arándiga, lo primero que llama la atención es la silueta desvencijada de su castillo, pendiente de rehabilitación desde hace años y que se alza sobre un cerro en el que se reparte el casco urbano. El acceso a éste lo puedes hacer a pie por el Arco de la Villa, que formaba parte del recinto amurallado y que rodeaba algunas edificaciones de interés. Lo más destacado es la iglesia barroca de San Martín, en lo más alto del pueblo, levantada a partir del s. XVII y que, pese a su sobriedad exterior, esconde algunos bonitos retablos, como el de Nuestra Señora del Rosario, tallas góticas y un par de cuadros de la escuela napolitana, también del s. XVII. Otras piezas de interés son la pila bautismal de piedra y el bonito órgano. Cerca de Arándiga hay algunos parajes que merecen una excursión, como el llamado Salto de las Minas, un antiguo azud, posiblemente de época islámica, que desvía las aguas del río Aranda y forma una cascada y un rincón muy bullicioso en época de lluvias.